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JACK: "Madre, hay células terroristas más cariñosas que tú"

lunes, diciembre 11, 2006

MIS VIAJES, VOL. 4: BARCELONA

BARCELONA, Octubre 2004
Hola a todos otra vez. Siento no estar actualizando con la periodicidad que debería, pero como ya todos sabéis, mi experiencia emancipatoria está saliendo bastante bien. De hecho, acaban de cumplirse los primeros 2 meses de vida en pareja con la dulce Chips y cada día la cosa va mejor.

Hoy vuelvo de nuevo y aprovecho para seguir contando mis peripecias por el mundo. Hoy nos quedamos en España, más concretamente en la que es, siempre según mi opinión, la ciudad más especial y vanguardista de nuestro país: Barcelona. Esta fue mi última escapada como trabajador en el antiguo hotel en el que trabajaba, en la costa murciana, antes de cambiar al curro en el que estoy ahora.

Principios de octubre de 2004 y el crack de mi jefe (nótese la ironía…), después de 6 meses de quasi-esclavitud me da 6 días libres, que decidimos aprovechar para una escapadita a la ciudad que ya había visitado en otras ocasiones, pero siempre en viaje organizado (con el equipo de fútbol, viaje de estudios
, etc.) y que me apetecía disfrutar por mi cuenta. Chipi, el cerebro de la operación, se puso a indagar un sitio en el que poder dormir. Como he dicho antes, estaba en mi antiguo trabaj
o, por lo que aún no tenía el chupe de los descuentos en los hoteles de mi cadena, es decir, que tuvimos que arreglárnoslas para encontrar algo
BBB. Sin embargo, gracias a su inagotable inteligencia, encontramos una joya: un hotel de 4 estrellas lujo de nueva apertura, en la zona de Sants (muy céntrico, para los que no os ubiquéis) que al contratar por Internet se quedaba en solo 50 € la noche. No me extenderé en describir como era la habitación, pero si que os diré que es la mejor habitación en la que habíamos estado nunca: salón, dormitorio, 2 baños (uno de ellos gigante), 2 teles de plasma, planta 23 en el centro de Barcelona, con vistas privilegiadas de la Sagrada Familia y del Camp Nou. Para los que os interese, el hotel se llamaba Gran Hotel Torre Catalunya.

DIA 1: Cogimos el tren desde Murcia y nos plantamos allí en 6 horas. Lo teníamos todo más o menos planificado, como siempre, así que la primera noche nos dedicamos a limpiarnos las babas que se nos caían con la habitación, y a dejarlo todo preparado para el día siguiente.

DIA 2: Nos levantamos temprano para ir andando hasta Montjuic, y poder disfrutar, además de las estupendas vistas de todo Barcelona, del edificio que albergaba el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, del Pueblo Español, del Estadio Olímpico, actual sede del Español, y camino hacia todo esto, del impresionante paseo hasta lo alto de la montaña, aderezado con el hecho de que fuimos en época del Meeting Point, una feria de negocios que se celebra en la ciudad cada año.

Buscamos un lugar cómodo para comer y reponer fuerzas, porque por la tarde vendría uno de los platos fuertes del viaje: un partido del F.C.Barcelona en directo en el Camp Nou. El rival tampoco es que fuera ninguna locura (el Numancia), pero lo importante para mí era poder disfrutar por primera vez de todos mis ídolos, y cantar sus goles junto con otras 100.000 gargantas. Salímos pronto, bufanda en mano, en dirección al coliseo blaugrana. Cogimos el metro para llegar a la Travessera de les Corts, y puedo asegurar que ya en el vagón se sentía la emoción del partido: todos con la camiseta que nos ha hecho vibrar, padres pintando los colores del equipo en la cara de sus hijos, gente escuchando la previa en la radio… Tanto era mi nerviosismo, que al llegar a la entrada del estadio, casi olvido entregar mi entrada al chico que las tickaba en la puerta. Me habían costado mi buen dinero y me hacía poca gracia tener que entregarlas. Ni que decir tiene que la pobre Chipi volvió a convertirse en corresponsal de guerra, y se hizo cargo de la cámara de fotos, mientras yo FLIPABA con todo lo que veía a mi alrededor, la gente, los cánticos, los videomarcadores, las camisetas… Volví a sentir ese cosquilleo y esa emoción que sentí el primer día, cuando un chaval de 15 años, tras subir incontables escalones, accedió por una de las bocas al inmenso césped del mejor estadio de España. Esa imagen se me quedó grabada, igual que mis lágrimas aquel día, y todo se volvió a rememorar en esta nueva ocasión, solo que esta vez, no vería solo un terreno de juego, vería auténticas estrellas sobre él.

Obviaré todo el tema del encuentro. Solo diré que ganamos 1-0 con gol de Larsson de cabeza, a la salida de un córner, y que gracias a las derrotas de Valencia y Real Madrid esa misma jornada, el Barça se alzó lider de la liga, puesto que ya no soltaría hasta que en Mayo ganara el campeonato, en casa del Levante (relato que como ya he comentado, coincidió con nuestro viaje a Málaga).

DIA 3: Una vez sosegada la emoción del segundo día, era hora de explorar las maravillosas calles de la parte antigua de la ciudad, y que mejor sitio para empezar que la zona más famosa y característica de toda Barcelona: Las Ramblas. Por todos es conocida la inmensa variedad de comercios, artistas de la calle, tiendas y demás parafernalia que hay allí, así que nada más llegar supimos que sería un día divertido. Vimos la Universidad, pasamos por la Boquería, llegamos hasta la plaza de Cataluña, disfrutamos de la arquitectura del Palau de la Música, y por supuesto, nos dimos una vuelta por el Barrio Gótico, con su bonita catedral, que aun en obras, merecía la pena visitar. También vimos la Plaza Sant Jaume, y una vez devorado todo ello, nos quisimos acercar a la zona del puerto olímpico, pasando por la plaza de Colón, y aunque no estaba planeado, terminamos entrando al Aquarium, un lugar impresionante que todo el que vaya a Barcelona, debe pasar a ver. La entrada es algo cara, pero os aseguramos que merece la pena. Al salir, estuvimos pensando en entrar a los cines Imax, pero la verdad es que las pelis no nos interesaban mucho, y además se nos había hecho de noche, y tuvimos que descartar la Barceloneta hasta otro día.

DIA 4: La Sagrada Familia, el segundo monumento más bello de to
da Catalunya (después del Camp Nou), era nuestro principal objetivo en este nuevo día. Er
a algo que no había podido visitar en mis viajes anteriores a la ciudad, así que esta vez Chipi y yo queríamos verla de cabo a rabo, y para ello, nada mejor que sacar unas entradas y subir a lo más alto de las botellas de Champagne. Poco tengo que decir de esta maravilla que no se ha
ya dicho ya. Las vistas son impresionantes, la arquitectura, tanto interior como exterior es apabullante, y aunque es una pena que esté en obras desde que el pobre Gaudí la dejó a medio, es una visita obligada para todo aquel que visite la ciudad. Mención especial para las claustrofóbicas escaleras en forma de caracol que hay que seguir para llegar arriba, y al viento del Ártico que entra
por las escasas y minúsculas ventanas que hay en cada piso.

Dejamos atrás esta maravilla para dirigirnos a nuestro siguiente objetivo ese día: el Parque Güel. Antes de llegar allí, decidimos ir a pie hasta la boca de metro que conectaba directamente con el barrio en el que se encontraba el p
arque, y de camino para allá, ya se veían signos de la obra del genio Gaudí, como la Casa de Pedralbes (o Casa Milá). Era ya nuestro penúltimo día allí, así que debíamos darnos prisa si no queríamos que anocheciera y nos perdiéramos esta magnífica zona de la ciudad. Tras subir a pie casi la mayoría de la cuesta que lleva al parque (las escaleras mecánicas estaban casi todas estropeadas) y después de que a Chipi y a mi casi nos diera un patatús por el camino, llegamos al susodicho parque y comenzamos a recorrerlo, palmo a palmo.

Al principio parecía
un simple jardín, con algún que otro azulejo en forma de collage adornando los laterales,
pero toda nuestra perspectiva cambió cuando llegamos al centro del parque y vimos las casa empedradas, el famoso dragón, la sala de las columnas, la casa museo de Dalí (con hormigas incluidas) y la explanada con vistas en la parte más altas. La verdad es que era un lugar con un toque muy onírico, y era curioso ver la cantidad tan inmensa de gente que había tirada en el césped, tocando instrumentos, dibujando, escribiendo, o simplemente disfrutando de aquella magnífica tarde.

Se hacía de noche, así que decidimos volver para encontrar un sitio al que ir a cenar y prepararnos para volver al hotel e ir haciendo las maletas, pues nuestro tren de vuelta salía al día siguiente por la mañana, y era hora de hacer balance y contarnos una y otra vez las anécdotas de aquel estupendo viaje, que todo buen turista debe hacer. Barcelona, una ciudad de ensueño.