MIS VIAJES, VOL.1: MADRID

Inicio con este una serie de escritos en los que intentaré reflejar fielmente lo acontecido en mis viajes por la geografía mundial (bueno, de momento europea) desde que tengo uso de razón, y voy a comenzar por el más reciente: Madrid.


MADRID, Julio 2006

Aunque a veces me cueste reconocerlo, mi trabajo también tiene cosas buenas, y una de ellas es que en la cena de navidad, se hizo entrega de un bono a cada colaborador. Ese bono valía por un fin de semana en uno de los distintos hoteles de la cadena, y por suerte, me tocó el del mejor hotel que tenemos en España, un 4 estrellas lujo en la Plaza de España de Madrid.

Chipi y yo decidimos usarlo a finales de Julio, pues es una fecha cojonuda para visitar la ciudad (menos gente, menos colas, menos agobio, etc.) Pusimos rumbo a la capital en mi coche (bueno, en el de mi padre, pero como si fuera mío) y después de ser atacados por una abeja asesina en nuestra parada en La Roda, llegamos a destino 4 horillas después, dispuestos a hacerle sangre a esa cama maravillosa de la que tanto vacilan en ese hotel (MyBed, para el que lo quiera saber). Primer problema: el hotel está escondido debajo de las piedras, y todas las entradas a esa calle son dirección prohibida, así que cerca de media hora rodeando el lugar hasta que finalmente damos con la tecla. Las obras de Madrid tampoco ayudaron mucho, evidentemente, pero esa es otra historia que contaré más tarde.

El hotel, todo un lujazo en las zonas comunes: recepción, comedor, hall, pasillos, etc. Las habitaciones no estaban mal, pero daba impresión de hotel muy viejo (quisieron hacerlo estilo clásico, pero se pasaron). El baño era pequeño pero tenía todas las comodidades, y eso sí, la cama era impresionante, era lo que yo llamo la cama-lasaña: Una capa de plumas, otra de látex, otra de plumas, otra de tela, otra de látex, otra de algodón, y otra de plumas. Os aseguro que jamás he dormido en una cama tan increíblemente cómoda. La tele de plasma también ayudó, para que nos vamos a engañar.

Después de dar un pequeño voltio por los alrededores (Pza. de España, Catedral de Almudena, etc. etc.) decidimos descansar ese día, pues el siguiente prometía cansancio y queríamos estar frescos. Comenzamos el día dando buena cuenta del desayuno buffet del hotel (al que también estábamos invitados), y aunque algo escaso, tenía cosas buenísimas, como la tarta de manzana o el coco. Poco después, emprendimos el viaje hacia nuestra siguiente parada. El destino elegido era el Warner Bros Theme Park.

Tengo que decir, y lo digo, que las obras de Madrid son una putísima mierda, y que es increíble como la M-30 llega a convertirse en parte de ti, en un elemento simbiótico, bueno, mejor parásito, que te chupa la energía y te deja sin fuerzas para acometer cualquier nimia acción. UNA HORA estuvimos dándole vueltas a la susodicha para poder coger la salida en dirección al parque, pero finalmente, y a pesar de las lamentables indicaciones que posee la ciudad, conseguimos llegar (2 horas después de lo previsto, eso sí). Después del consiguiente clave en la entrada del parque (35 leuros/pax) nos metimos para dentro para que el universo Warner nos envolviera. Yo siempre he sido mucho más de Disney, bueno, más bien de Pixar, pero tengo que reconocer que aquello también me hacía ilusión. Dejé a Chipi de encargada de la cámara de vídeo, pues su máxima obsesión era no salir en ella, cosa extraña, porque veréis pocos seres tan bellos como ella.

Nos lo planificamos todo medianamente bien: espectáculo a tal hora, atracción, saludos a personajes en tal sitio, etc. Pudimos ver bastantes espectáculos, entre ellos Loca Academia de Policía 2, Arma letal (espectáculo en el agua), Baile en las calles de NY, Los efectos especiales de Hollywood y la mejor y más impresionante de todos: BATMAN. Tengo que decir que este espectáculo, basado en Batman Begins, fue bastante más emocionante que la película (ya se que no es mucho decir...) y arrancaba una ovación tremenda del público cada vez que el superhéroe aparecía. Mención especial para el flipante Batmóvil, recreación exacta del que sale en pantalla.

Luego llegó la hora de las atracciones. Tengo que decir que en este aspecto, el parque Warner se ve claramente superado por Port-Aventura, pero la temática de las distintas zonas les daba un toque especial. Por ejemplo, pudimos disfrutar una atracción cojonuda en la zona de los superhéroes, más concretamente en la de Superman. Una montaña rusa con loopings, turn arounds, y mucha, mucha caída. Es impresionante ver el parque desde esas alturas. También pudimos disfrutar de las atracciones de agua, y la verdad es que se agradecía, pues el calor era asfixiante. En una de ellas, después de salir totalmente empapados del vagón, Chipi perdió una chancla con tan mala suerte que se le rompió la costura, y la imagen era la siguiente: chica totalmente empapada, roja como un cangrejo por el sol, y cojeando debido a su zapatilla rota. Tuvimos que comprar un par nuevo en el primer puesto que vimos, evidentemente.

Y básicamente ese fue el día en Warner Bros Park. Luego, otra horita para llegar al hotel, pillarnos una cena basura improvisada y a dormir, que al día siguiente tocaba pelopicopata.

Decidimos que el Zoo sería una buena salida para terminar el viaje, y allá que nos fuimos los intrépidos turistas. Yo tengo vagos recuerdos de haber visitado el Zoo de Madrid con mis padres, hará ya más de 10 años. La verdad es que la colección de animales es impresionante, sin embargo, peca de lo que la mayoría: a los animales les han metido droja en el colacao, porque si no no se entiende esa parsimonia, esa tranquilidad... solo los osos parecían algo excitados, y tampoco es que estuvieran fuera de si...

Mención especial para la zona de los monos. Vaya vidorra. Comían, jugaban, se pegaba, y el macho dominante, siempre con 3 monas siguiéndole, le enganchaba el culamen a la primera que pasaba, y esta, sin rechistar, disfrutaba del momento (que por cierto duraba 5 segundos). Toda la zona africana era impresionante, pero uno de los animales que más me impacto fue el gorila. Qué humanidad había en su cara y en sus gestos, era increíble como años de evolución pasaban por delante de ti y te hacían entender la aplastante verdad: provenimos de ellos, no hay duda.

Como es normal, también vimos algún que otro espectáculo. El de los delfines fue especialmente divertido. Aunque hicieron lo típico que hacen los delfines, siempre resulta entretenido verlo in situ. Por cierto, es cosa mía o antes tenían una orca? Es que no se si lo vi de pequeño o lo he soñado...

Me quedé algo decepcionado con la parte del reptilario (naturaleza misteriosa, que lo llaman) por su poca variedad, pero en cambio la zona australiana está muy conseguida (a pesar de que el koala no se moviera ni un centímetro en 12 horas). Como he dicho antes, los osos parecían bastante alborotados, y había momentos en los que parecía incluso que iban a saltar el foso que les separaba de nosotros (no era muy ancho) y eso le daba cierto toque aventurero.

Y bueno, tras un pequeño paseo en barca para terminar de verlo todo, salimos del zoo y cogimos rumbo a Murcia. Una experiencia muy buena, en la que disfrutamos mucho y en la que terminamos exhaustos, pero mereció la pena (y además, hotel de lujo de gratis :)) Un mini-viaje más que añadir a nuestra cuenta y con el que abro esta serie de relatos sobre mis viajes por este mundo nuestro.

Espero que os haya gustado. Por favor, dejad vuestros comentarios y los contestaré con gusto.

Un saludo a todos. eRLuiH